La salud bucal es una de las primeras ciencias médicas, y desde entonces cada vez ha ganado más prestigio e importancia dentro de las sociedades. De este modo en la Facultad de Odontología de la UNLP surgió la iniciativa de poseer un Museo Histórico sobre la institución y el cuidado dental.

Fundado en el año 2001, el Museo Dr. Orestes Walter Siutti tiene como misión ser un repositorio del Patrimonio Histórico de la Facultad a partir de elementos que reflejan la evolución de la Odontología a través del tiempo. De este modo se busca promover el interés por la carrera, promocionar de la higiene bucal y expandir la cultura humanista-extensionista de la institución.

Ubicada en el edificio principal, junto a la biblioteca, aquí se puede apreciar el desarrollo tecnológico y técnico de los instrumentos y las prótesis dentarias. Desde antiguas las sillas de madera hasta las modernas camillas reclinables. También se pueden apreciar la evolución de las jeringas metálicas, los robustos tornos, la incorporación de las computadoras, instrumentos ópticos,  elementos para tallar implantes, una colección de prótesis importadas, muchas fotografías e incontables documentos.

La mayoría de todos los elementos en exhibición fueron donaciones de los docentes y egresados de la Academia. Una prueba del amor y el compromiso que suelen tener los egresados de la UNLP con su alma mater.

Fiel a la identidad humanista y reformista; el Museo también organiza conferencias públicas, congresos, mesas redondas entre pares, publicaciones científicas, exposiciones temporales y actividades culturales.

Además cada año participa del mega evento “Museos a la Luz de la Luna” y de la “Semana de la Salud Bucal”. También se pueden coordinar visitas guiadas escolares.

Siutti, un sinónimo de Salud Bucal

El Museo fue oficialmente inaugurado el 26 de septiembre de 2001, pero su creación comenzó a trabajarse en 1986. Su nombre es un homenaje al Dr. Orestes Walter Siutti, quien fue docente hasta 1964 y Decano en 1972. Además fue la persona que tuvo la idea de crear el museo cuándo todavía era Profesor Titular de la Cátedra de Técnica de Operatoria Dental.

El Profesor Dr. Siutti falleció el 21 de marzo de 2016 dejando un gran legado para toda la Odontología Argentina. A lo largo de su vida escribió 63 artículos especializados y cuatro Manuales de Técnica de Operatoria Dental. También nos legó otros 70 trabajos sobre la Historia de la Salud, realizó 55 traducciones académicas, brindó 110 conferencias y apadrino 23 trabajos de otros colegas.

La llegada del Doctor O.W. Siutto a la UNLP es una de las típicas y nobles historias de cómo una persona tiene un compromiso y amor por su profesión, más allá de los egos y las materialidades. Todo comenzó en 1961 cuándo se planificó la fundación de la Facultad de Odontología como parte del Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires. Fue entonces cuándo su ex alumno, el Dr. Carlos Alberto Ramos, lo invitó a presentarse a concurso para cubrir las futuras cátedras. En aquellos años los recursos eran muy escasos, pero había mucha vocación. Literalmente hablando la institución no poseía un lugar físico propio, por lo cual las clases se brindaban en las salas de los hospitales y en domicilios particulares rentados.

Por si no fuera poco, el Dr Orestes Walter Siutti fue Miembro Honorario del “Museo y Centro de Estudios Históricos de la Facultad de Odontología de Buenos Aires”, Presidente de la Comisión de Historia y Museo de Odontología de la Asociación Odontológica Argentina, Miembro Honorario de la Academia Americana de Historia de la Odontología de Chicago (EEUU) y Miembro de la Comisión de Historia de la Odontología de la Federación Dental Internacional.

Sin lugar a dudas el doctor Orestes ha sido uno de los odontólogos más importantes de la Argentina, pero no fue único ni el primero con su apellido. Su padre Oreste José también resultó ser un eslavon central para la salud bucal del país.

El Dr Oreste José Siutti nació el 21 de febrero de 1881 en la República de Uruguay. Luego de terminar sus estudios secundarios, se mudó a Buenos Aires para estudiar odontología en la UBA.  Posteriormente fue parte del cuerpo directivo de la Asociación Odontológica Argentina y de la Federación Odontológica Argentina. También era un gran exponente en Congresos Académicos Nacionales e Internacionales. Por si no fuera poco, fue trabajador ad honorem en el Servicio Odontológico de la Cruz Roja Argentina y fue socio fundador de: la Asociación Wagneriana, la Asociación Nacional de Música y de la Asociación Argentina Amigos de la Astronomía.

Dirección: Calle 50 e/ 1 y 115 - Facultad de Odontología.
Ciudad / Localidad: La Plata
Estatus Administrativo: Estatal - Universitario
Email: museofolp@yahoo.com.ar
Entrada: Gratuita.


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La República de los Niños, el Parque Castelli y la localidad de Los Hornos tienen algo en común. En los tres lugares hay un homenaje al "Primer Teniente Juan Arrarás”, quién fue uno de los heroicos pilotos argentinos que participó en la Guerra de Malvinas.

Monumento en el Parque Castelli

Juan José Arrarás nació en La Plata el 23 de mayo de 1957. Junto a su padre Eliseo Arrarás Vergara, su madre Clara Isasmendi Solá y sus hermanos Ignacio, Magdalena, Mercedes, Eliseo y Martín; vivió en la zona de 20 y 59. La Primaria la realizó en la Escuela Nº 10 “Ricardo Gutiérrez” (16 y 47), y posteriormente finalizó la secundaria en el Normal N°3 (8 y 58). Sus familiares lo recuerdan como un chico muy aplicado, autodidacta y con dos pasiones: la aviación y la religión. Algo que llamaba la atención porque su entorno familiar no tenía relación con la aviación o las fuerzas armadas.

Con 17 años, en febrero de 1975 viajó hasta Córdoba para alistarse en la Fuerza Aérea Argentina, dónde fue uno de los 120 seleccionado entre 1500 aspirantes. Tres años más tarde, fue uno de los 45 egresados de la Escuela de Aviación Militar. Posteriormente se trasladó Brigada Aérea de Mendoza (1979-1980) para realizar la especialización en aviones a reacción a bordo de un Morane Saulnier MS 760 Paris.

Cuándo en abril de 1982 comenzó la Guerra de Malvinas, Juan José era un joven de 24 años que prestaba servicios como Teniente en el Grupo V° de Cazas con base en la Provincia de San Luis. Esta unidad pilotaba los aviones Douglas A4B Skyhawk adquiridos en 1965. Estos eran aviones cazas a reacción usados que el gobierno de EEUU había refaccionado para poder revenderlos.

Rumbo a Malvinas

Tras frustrarse las negociaciones de paz (11/4), la V° Brigada Aérea comenzó su traslado a la Base de Río Gallegos (Santa Cruz) durante las primeras horas del 13 de abril. El Teniente Juan Arrarás formó parte del 2° Escuadrón que arribó a la Patagonia el 2° de Mayo bajo el mando del vicecomodoro Ernesto Dubourg y otros 14 pilotos.

Tal como quedó narrado en el Informe Rattenbach y en varios libros especializados, la Fuerza Aérea estaba muy entrenada y equipada para los ataques terrestres, pero no para las batallas navales. En consecuencia también se sumó el Capitán de Navio Jorge Troitiño de la Armada para brindar un curso acelerado e indicaciones técnicas que demostrarían el coraje de los pilotos argentinos. Según Troitiño, frente a las modernas Fragatas y Destructores T42 del Reino Unido, “en una oleada de 16 aviones, solo dos tendrían posibilidad de llegar al blanco”. Además para evitar las defensas “las aproximaciones y los ataques debían realizarse a la menor altura posible, a máxima velocidad y en absoluto silencio radioeléctrico”. En pocas palabras, a 10 menos de metros del agua, sin comunicaciones y a 1000Km/h.

La Primera Batalla

Una vez instalado en Rio Gallegos, Juan Arrarás tenía la costumbre de llamar todos los días a su familia para tranquilizar. Si bien no podía mencionar detalles de lo que sucedía, participó de unas 20 misiones.

El 12 de mayo el moderno destructor HMS Glasgow y la Fragata HMS Brilliant realizaban una nueva serie de ataques sobre Puerto Argentino. Botadas en 1979 y 1981, estaban entre los navios más modernos de la Royal Navy. Inmediatamente se convocó al Grupo 5 de Caza para formar las Escuadrillas “Cuña” y “Oro”, cada una con 4 aviones. De este modo Juan Arrarás se subió al A4-B, matricula C-244.

El primer escuadrón, el cual poseía el efecto sorpresa y era encabezado por el Primer Teniente Manuel Oscar Bustos, atacó desde el sur. De los cuatro pilotos, tres fueron derribados. Solo el alférez Vazquez sobrevivió. Sus compañeros, Tne Mario Nivoli y Tne Jorge Ibarlucea fallecieron.

A los pocos minutos llegó la segunda escuadrilla compuesta por el capitán Antonio Zelaya, los Tne Juan José Arrarás y Fausto Gavazzi, y alférez Guillermo Dellepiane. Los primeros tres se lanzaron contra el HMS Glasgow y Dellepiane contra la Brilliant.

El resultado fue una importante avería en el Destructor Glasgow y la decisión del Almirante John Woodward de no realizar más acciones navales diuras. Lamentablemente, durante el vuelo de regreso, el piloto Gavazzi fue derribado por fuego amigo y murió en el acto. De los ocho halcones, solo volvieron cuatro, Juan Arrarás entre ellos.

La Última Misión

El avance del conflicto fue haciendo que cada misión sea más peligrosa que la anterior. La guerra había llegado a punto crítico para ambos bandos y había poco margen para los errores. Los halcones no solo se enfrentaban a las modernas embarcaciones británicas, sino que además debían cuidarse de las patrullas de los aviones Harrier que realizaban patrullas para detectar los vuelos rasantes. Pero aun así los jóvenes pilotos argentinos se embarcaron a una misión que se transformaría en “El Día Más Negro de la Royal Navy”.

Durante la mañana del 8 de junio se detectó una importante flota en la zona de Bahía Agradable encabezada por dos buques de desembarco RFA Sir Tristram (L3505) y RFA Sir Galahad (L3005). Inmediatamente se convocó a V°Brigada, la cual despegó con 8 aviones caza A-4B para combinar un ataque con otros 6 aviones Mirage; todo mientras los submarinos HMS Splendid y Valiand informaban los movimientos. Peor aun, por motivos técnicos, cuatro de estas 14 unidades volvieron a sus bases y los 3 mirage no encontraron su blanco principal por las interferencias del Valiand. Aun así, a las 14 horas, los 5 halcones restantes pudieron hundir los dos buques de desembarco que operaban en la zona.

En forma paralela, sin tener información alguna sobre el destino de sus compañeros, una segunda oleada de seis aviones del Grupo V volaba a Malvinas; entre ellos estaba el Teniente Juan Arrarás. El vuelo comenzó por encima de los 3500 metros para evitar los radares chilenos. Posteriormente fueron reabastecidos de combustible en vuelto por un avión cisterna HC-130, y pasaron a vuelo rasante durante los últimos 150km. Uno de ellos tuvo que volver a base por defectos técnicos.

Con casi 3 horas de diferencia, ellos sabían que ya no tendrían el factor sorpresa. A la cabeza estaba el Primer Teniente Danilo Rubén Bolzán, secundado por el teniente Juan José Arrarás y el alférez Guillermo Alberto Dellepiane. La segunda sección se completaba con el Primer Teniente Oscar Berrier, el Primer Teniente Héctor Hugo Sánchez y el alférez Jorge Alberto Vázquez.

Héctor Sánchez afirmó que “Unos 150 Kms antes de arribar al sur de la isla Gran Malvinas, nos encontrábamos volando rasante, yo lo hacía próximo al avión de Juan Arrarás. Me distraía ver la estela que dejaban en el agua los escapes de gases del motor de su avión, lo que demostraba lo bajo que estábamos volando”. Manteniendo una altura inferior a los 10 metros, cruzaron hacía la costa sur de la Isla Soledad, con baja visibilidad por los chubascos, y sobrevolaron hasta Fritz Roy dónde operaba el desembarco del HMS Fearless, el cuál era mucho más grande que los dos anteriores, y sus lanchas.

Pero mientras se preparaban para ir contra sus blancos, desde el cielo bajaron dos aviones Harrier que lanzaron sus misiles. El primero impactó de lleno en el Alférez Vázquez, quien falleció en el acto. El segundo impactó en la cola del avión del Teniente Juan Arrarás. El joven piloto platense pudo eyectarse a tiempo y abrir su paracaídas, pero fue perdido de vista por su compañero. Los relatos ingleses señalan que el paracaídas de Arrarás se incendió durante la caída, produciéndole la muerte. De los cinco, solo dos volvieron de la misión. Batiéndose en retirada y amplia desventaja, atacaron con éxito la lancha de desembarco de vehículos Foxtrot 4.

Una tercera ola de 4 aviones llegó cuándo las acciones británicas ya habían terminado. A lo largo de 45 días de acción, el Grupo V de Cazas perdió a 9 de sus 34 pilotos. Sus aeronaves no poseían radares, ni radioaltímetros, sistemas de identificación amigos/enemigos, elementos de guía modernos ni ningún elemento de defensa. Incluso no podían hacer muchas maniobras evasivas contra los Harrier porque eso les consumía el combustible necesario para el retorno a casa.

El piloto Luis “Tucu” Cervera, al igual que muchos otros, explicó que al volar en baja altura “Uno pierde la referencia por el oleaje y el movimiento del agua. Entonces, miraba a los costados. Ahí tomaba dimensión de la altura”. ” No nos quedaba otra que volar a ojo hasta que uno mismo se decía: No bajo más porque me mato”.

Muchos Homenajes, aunque con demora.

Tras el firmarse la paz el 14 de junio de 1982, comenzó un proceso de desmalvinización promovido por la mismísima Dictadura Militar. Esto incluyó ignorar a los héroes y veteranos de Malvinas.

Recién el 15 de marzo de 1983, mediante el Decreto 577/83, se le concedió la Medalla “La Nación Argentina al Muerto en Combate” y se lo ascendió postmortem al rango de “1° Teniente”. Por su parte el Congreso de la Nación brindó su tributo a todos los ex combatientes mediante Ley N°23.118/84. En 1993 Juan Arrarás fue incluído en Ley N° 24.299 de “Valor en Combate”, y finalmente en 1998 se lo consagró como “Héroe Nacional” con la Ley N°24.950.

También el Poder Ejecutivo de la provincia de San Luis lo nombró “Hijo dilecto de la provincia por su heroica participación en la gesta de Malvinas del año 1982”. Desde entonces su nombre figura en el Libro de Honor de la Provincia.

El Concejo Deliberante de La Plata declaró a Juan José Arrarás “Ciudadano Ilustre Post Mortem” en el año 2004. Ese año también se bautizó con su nombre a la avenida 167 en el tramo de 60 a 66.

Previamente en el 2002 se había aprobado la colocación de un monolito, pero este no se ejecutó. Recién en el año 2018 se pudo inaugurar un monumento en el Parque Castelli, justo frente al Seminario Mayor San José porque era un lugar le gustaba frecuentar. Durante la inauguración estuvieron presentes sus familiares, amigos y compañeros de la Fuerza Aérea.

Finalmente, mediante la Ordenanza 12208, también se bautizó al predio del Aeropuerto de la República de los Niños como “Piloto Juan José Arrarás – Héroe de Malvinas”. Aquí también se conserva el histórico Boing 737 de Aerolíneas Argentinas que realizó 89 vuelos hacía las Islas Malvinas durante la guerra.

A lo largo y ancho del país, otros municipios también recuerdan al Primer Teniente Juan José Arrarás. Son el caso de las ciudades de Corrientes, San Luis, Río Gallegos, Las Varillas, San Antonio Arredondo y Cosquín; las últimas tres en la provincia de Córdoba.


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Tras iniciar la Guerra de Malvinas, cerca de 20 mil militares argentinos se movilizaron hacía el sur para defender la soberanía territorial del país. Entre ellos se encontraban los soldados del glorioso e histórico Regimiento de Infantería N°7, los protagonistas de los últimos y más crueles combates. 

Durante la madrugada del 2 de abril de 1982 la Dictadura Militar Argentina había ejecutado la Operación Rosario para recuperar el control de las Islas Malvinas. Según narran los informes del General Rattenbach, el ViceAlmirante Lombardo y el Brigadier Lami Dozo (1); el objetivo era tomar posesión de las islas, ceder el control a la ONU y negociar la soberanía con el Reino Unido; pero nada de esto pasó. El gobierno de Margaret Thatcher quería recuperar el control de las islas, incluso  recurriendo a la fuerza si era necesario. Por su parte, el Dictador Leopoldo Galtieri, embriagado en el poder de la popularidad, cambió de idea y decidió mantener las islas empleando la fuerza.

La Movilización

El 7 de abril se conformó el “Teatro de Operaciones Atlántico Sur” (TOAS) bajo el mando del Vicealmirante Juan José Lombardo para planificar una defensa de las islas. Los cuarteles iniciaron el alistamiento, entre ellos el Regimiento de Infantería 7. El colimba Miguel Savaje, de 19 años, recordó que cuándo llegó al gran portón de 19 y 51, un oficial le dijo: “¿A ustedes también los llamaron? Se nota que viene en serio la cosa” (2).
En una semana se organizaron las compañías, se brindó adiestramiento específico y se acumularon recursos; aun sin certezas sobre qué misión deberían cumplir. Incluso durante el fin de semana se permitió el ingreso de los angustiados familiares.

    

El 11 de abril fracasaron las negociaciones que buscaban una salida pacífica, y dos días más tarde, el martes 13 de abril, el Regimiento 7 “Coronel Conde” abrió su portón para marchar hacía el Sur. El equipamiento salió en los camiones uminog, mientras que los soldados salieron en micros de la línea 508. El destino era la base aérea El Palomar, dónde un avión de Aerolíneas Argentinas lo llevaría a Río Gallegos. Y finalmente el 15 de abril bajaron a las Islas Malvinas.

El General de Brigada Oscar Luís Jofre, a cargo de la X° Brigada que englobaba al Regimiento 7, había recibido la orden de despliegue con tan solo 4 días de anticipación. Mientras que el Jefes del Regimiento, Teniente Coronel Oscar Jiménez, solo llevaban tres meses a cargo de su dependencia.

Héroes entre las Penurias

La totalidad del Regimiento 7 realizó su traslado hasta Puerto Argentino entre los días 14 y 17 de abril. Desde el aeropuerto, las tropas marcharon 15 km a pie hasta el “Arroyo Caprichoso”, dónde se había conformado el “Sector Plata” en un área de 11x3Km. El epicentro era Monte Longdon, una loma de 186 metros de altura y unos 1600 metros de largo. Todo el área se subdividió en los sectores La Plata 1, La Plata 2 y La Plata 3. En ellos se presentó lo mejor y lo peor de los liderazgos.

Siendo una guerra que nadie había esperado, la preparación de la defensa tuvo las mismas bases iniciales. Estas condiciones negativas fueron descritas hasta por el General Jofré, quien en su libro “La defensa de Puerto Argentino” detalló que la unidad más castigada logísticamente fue el Regimiento 7, específicamente la Compañía “B” que se encontraba en la ladera oeste de Monte Longdon, tuvo que resistir temperaturas bajo cero y vientos del orden de los 100 kilómetros por hora. La logística se había planificado para una guarnición de 5000 efectivos, pero a las islas habían viajado más de 11 mil.

    

Esta grave carencia de alimentos y abrigos causó las primeras muertes. El 8 de junio los conscriptos Carlos Alberto Hornos, Pedro Vojkovic, Alejandro Vargas y Manuel Zelarayán (Compañía A) fueron sorteados para recolectar insumos a la abandonada Granja Murrell. Sin tener conocimientos suficientes de cómo eran las defensas de su sector, terminaron siendo víctimas de un campo minado. 

Para empeorar las cosas, no todos los oficiales tuvieron altos niveles de liderazgo y nobleza en relación a sus subordinados. El Teniente Coronel Oscar Giménez, Jefe del Regimiento, es recordado por haber compartido las inclemencias y usarlas para cohesionar la unidad de la tropa. Mientras que el Mayor Carlos Carrizo Salvadores, segundo al mando y responsable del Sector 3, fue denunciado por haber torturado a sus soldados. La Corte Suprema de Justicia tiene más de cien denuncias de estaqueamientos y torturas ocurridos durante el conflicto. Uno de los mencionados es el Mayor Carrizo Salvadores. 

La Batalla por el Monte Longdon

Las defensas se organizaron mirando principalmente hacía el norte de Puerto Argentino, pues se creía que allí ocurriría el desembarco británico principal, pero no fue así. El 21 de mayo, las tropas británicas desembarcaron en la zona de San Carlos, al oeste de Monte Longdon. Si bien este suceso cambió drásticamente los planes, esto no impidió que el Regimiento se ganara el apodo de “El 7 Bravo”.

El 8 de junio comenzaron los primeros movimientos para asaltar las colinas que rodeaban Puerto Argentino. Desde entonces fue común convivir con un continuo bombardeo de la artillería, los morteros, los barcos y la aviación. El objetivo era debilitar las posiciones y quebrar la voluntad de combate. Previamente, solo entre el 1º hasta el 20 de mayo, las posiciones habían sufrido 104 alertas roja de ataques de aviones y 25 alertas gris de ataques de barcos. Por su parte el Regimiento solo disponía de un puñado de piezas de artillería de 105mm y un radar. Este último lo prendían solo por breve lapsos para evitar que sea detectado por los ingleses.

    

Durante la noche del 11 de junio, el 3° Batallón de Paracaidistas comenzó el ataque sobre el Monte Longdon. Duplicaban en número a la defensa, todos eran militares profesionales que promediaban los 25 años y tenían mejores armas. El Comandante Oscar Giménez afirmó en una entrevista qué: “A siete días de la batalla final me llegaron solamente 7 visores, y ellos, los ingleses, tenían para todos".
Según narran las versiones británicas, el Batallón debía tomar las posiciones argentinas durante la noche y con el mayor de los sigilos. De este modo lograron recorrer la mitad del camino, hasta que otra mina antipersonal estalló. Según el cabo Peter Cuxson, luego de los combates, identificaron hasta 1500 minas en la ladera, pero solo dos habían explotado porque las restantes se habían congelado. Una situación que también se vivía con los propios fusiles y ametralladoras.

Con las comunicaciones sumamente reducidas y sin refuerzos hasta el día siguiente, a las 21.30 hs el Subteniente Juan Domingo Baldini, Jefe de la 1ra Sección, informó que el enemigo había alcanzado su posición. Luego de un cruel combate y batiéndose en retirada, en una maniobra heroica, Baldini intentó volver para salvar al Cabo Ríos, pero falleció durante su intento.

La Batalla en el Monte Longdon duró más de 10 horas, siendo considerada la más intensa de todo el conflicto. Incluso se llegó a combatir cuerpo a cuerpo. Posteriormente continuó la Batalla por el Cerro Wireless. En tres días, el Regimiento 7 vio fallecer dos oficiales, 2 suboficiales y 32 soldados. Además resultaron heridos un jefe, 6 oficiales, 21 suboficiales y 125 soldados. 

La Bandera NO se Entrega

Siendo el Regimiento 7 el último en acatar la orden de rendición, el jefe del regimiento, teniente coronel Omar Giménez le propuso a los oficiales enterrar la Bandera Nacional para no entregarla al enemigo. Pero dos jóvenes tenientes, Jorge Guidobono y Miguel Cargnel, votaron en contra porque la Bandera no merecía ser enterrada ni entregada. Por eso mismo propusieron desarmar el estandarte de la unidad y camuflarla entre sus pertenencias. De este modo se distribuyeron las partes: el paño, la corbata, cinco distinciones y tres medallas. De la bandera (paño) se encargó Guidobono. 

La mayoría de los soldados fueron transportados al buque HMS Canberra para volver al continente. Pero en el caso de Cargnel (por su condición de paracaidista) y Guidobono (por ser jefe de Comunicaciones) fueron separados y detenidos durante 15 días. Guidobono se había envuelto con la bandera en el torso disimulando que era una prenda más; lo cual le permitió superar los cacheos. Pero cuándo fueron embarcados para volver al continente, los guardias británicos identificaron la bandera oculta y ordenaron entregarla. Ante la resistencia, gritos y amenazas de fusilamiento contra el Teniente Guidobono, apareció un oficial británico superior que permitió el retorno de la Bandera Argentina, en vez de ser tomada como un trofeo(práctica usual en todas las guerras).

Hoy, el estandarte del glorioso Regimiento 7 se conserva en la sala histórica del cuartel, en la localidad Arana. Cada 11 de junio, la bandera veterana de Malvinas desfila ante los soldados del Regimiento.



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Fuentes
(1) “Informe Rattenbach” del Teniente General Benjamín Rattenbach, encargado por la Junta Militar mediante la resolución nro. 15/82.
(2) Libro “Malvinas” del soldado conscripto Miguel Savaje. Editorial El Ateneo. Año 2022.
(3) Tesis de Grado “Liderazgo militar en la Guerra de Malvinas” el Mayor Alejandro Ángel Soldaini. Instituto de Enseñanza Superior del Ejército. Año 2012.
(4) Entrevista al Coronel Omar Jiménez realizada por ellitoral.com en el año 2017.
(5) Crónicas publicadas por el Instituto de de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de La Plata.

En algunas plazas de La Plata pueden verse unos esbeltos y enormes paraguas verdes que sobresalen entre las otras copas de los otros árboles. Estas son las araucarias, un especial árbol sudamericano con una historia más antigua que los mismísimas Cordillera de los Andes. Actualmente se encuentra protegidas por poseer un alto riesgo de extinción.

Desde sus orígenes en la ciudad de La Plata se puso un gran énfasis por la forestación urbana, lo cual atrajo una gran variedad de especies de árboles. En particular las araucarias sudamericanas son fácilmente reconocibles por tener un tronco rugoso muy alto (30-50 metros) y por sus enormes ramas que se extienden en lo alto formando una especie de paraguas. Estos pueden ser observados en el Paseo El Bosque, en las plazas Azcuénaga, Rivadavia y Rosas; la Plazoleta El Líbano; en los Parques Saavedra, Vucetich y Castelli, y junto al escenario del Centro Cultural Malvinas Argentinas.

  

Fósiles Vivientes

El origen de las araucarias se remonta hasta la Era Mesozoica, ósea unos 250 millones de años cuándo el supercontinente Pangea comenzó a fragmentarse. Esta condición hizo que durante mucho tiempo prosperen a lo largo y ancho de todo el mundo. Sus ancestros fueron testigos de la formación de la Cordillera de los Andes, las Sierras del Mar en Brasil y del Parque Nacional Bosques Petrificados de Jaramillo (Santa Cruz). Incluso fueron parte central en la posterior dieta de los dinosaurios saurópodos.

Su reinado comenzó a decaer hacía el final del periodo cretácico-mesozoico, hace 66 millones de años. Fue entonces cuándo ocurrió la extinción masiva en todo el hemisferio norte, probablemente como consecuencia del meteorito que cayó en la Península de Yucatán y de las erupciones volcánicas. Este evento conocido como “K/Pg” o “El meteorito de Yucatán” habría causado la muerte de las ¾ partes de las especies de plantas y animales del planeta. De este modo, luego 250 millones de años, solo 19 especies de araucarias sobrevivieron hasta nuestros días, de los cuales solo dos son endémicas de Sudamérica: Araucaria Araucana (Pehuen) y Araucaria Angustifolia (Pino Misionero o Pino del Paraná). Las restantes se encuentran en la Isla de Caledonia, Australia y Nueva Zelanda.

  

Un Nuevo Mundo

Luego de sobrevivir al evento de extinción  mundial, las araucarias tuvieron el desafío de adaptarse a un clima totalmente nuevo mientras competían con especies de árboles evolutivamente más preparadas. Un claro ejemplo de su fragilidad es el caso de tipo Wollemi, el cual se creía extinto hasta que en 1994 se encontraron unos 100 ejemplares dentro de un cañón entre las Montañas Azules (Australia).

Las únicas dos especies sudamericanas tampoco tuvieron una supervivencia fácil. Con el apogeo de los árboles modernos, con mejores semillas y crecimiento acelerado, las araucarias fueron empujadas hacía las alturas de las montañas para poder acceder a la luz solar. En particular encontraron su nuevo hogar en los andes patagónicos, cerca del Volcán Lanin, y en las Sierras del Mar en Brasil. Pero incluso en estas zonas estuvieron muy cerca de desaparecer por causa de los incendios forestales, la tala indiscriminada y el avance de otras especies.

  

Si bien en la ciudad de La Plata crecen majestuosamente en plazas abiertas y con suelos nobles, las araucarias tienen características físicas muy específicas que narran la dura vida que debieron pasar. La corteza del tronco destaca por ser muy rugoso, cualidad que les permitió sobrevivir a las grandes temperaturas del pasado. Además, aunque no sean visibles, ellas poseen unas enormes y profundas raíces que le brindan una estabilidad única. Esta adaptación surgió por la necesidad de crecer entre la complejidad de los suelos montañosos, volcánicos, arenosos y arcillosos.

En Argentina, Chile y Brasil existen legislaciones muy específicas para la conservación de las araucarias silvestres. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) cataloga al tipo “Pehuen” en un nivel EN (amenazado en peligro) mientras que el “Pino Misionero” posee un nivel CR (amenazado en riesgo crítico).

Araucarias Atlánticas vs Andinas

A simple vista, las Araucaria Araucana (patagónica) y Araucaria Angustifolia (misionera) parecen ser prácticamente iguales en sus formas y características; pero al analizarlas surgen muchas diferencias. Las araucanas se desarrollaron en oeste patagónico, en la frontera de Argentina y Chile, junto a las inclemencias de los volcanes y las nevadas. Mientras que las angustifolia son originarias de la selva amazónica atlántica; dónde abunda un clima húmedo, una nubosidad muy densa y muchísima competencia forestal. De aquí que adoptaron muchas diferencias, aunque la más fácil es observar la forma de la copa. Si sus ramas se inclinan hacía el suelo y poseen una distribución ordenada, son patagónicas; mientras que si miran al cielo  con un desarrollo más irregular son misioneras/paranenses.

Una tercera especie de araucaria ha logrado florecer y ser muy popular en las plazas platenses. Se trata de de la bidwillii, originaria de Australia. A diferencia de sus pares sudamericanas, esta no pierde sus ramas a medida que crece, por lo cual se transforma en un enorme árbol con forma de campana o vela. Al igual que sus parientes, puede alcanzar uno 50 metros de altura. En su país de origen es considerado un “árbol sagrado”. Por suerte y a diferencia del resto de las especies, las bidwillii no se encuentran en peligro de extinción y se ha adaptaron en muchas ciudades del mundo.

En la Cultura

Además de ser una especie portadora de una historia ancestral, las araucarias fueron y son centrales en el desarrollo de la vida y la civilización. Esto se debe principalmente sus nutritivas semillas. Una sola piña, de las 80 que puede producir anualmente, tienen hasta 200 semillas. Estas son ricas en Omega 6 y 3, Vitamina E, Magnecio, Hierroy Zinc. De este modo se volvieron en un alimento primitivo central para el desarrollo/cuidado cardiovascular, inmunológico y neuronal en los humanos.

Las tribus nativo americanas como los mapuches y pehuenches, recolectaban estas semillas como elementos esenciales de su dieta. Con ellas se pueden preparar guisos, sopas, harinas e incluso vino. En consecuencia se transformó en un árbol particularmente valorado por las diferentes culturas. Con el paso de los años y la colonización también se comenzó a utilizar la madera para la construcción de mástiles para barcos.

  

Cada cono tiene un tiempo de maduración de unos 20-22 meses, siendo expulsadas entre mayo y junio. En la actualidad las semillas silvestres están protegidas en los Parques Nacionales, es decir que no pueden ser levantadas del suelo como recuerdos. Gracias a los esfuerzos realizados en las universidades nacionales también se logró desarrollar especies cruzadas que sobreviven mejor en las ciudades modernas.

El gran respeto y amor que despiertan las araucarias se puede ser reflejado en las heráldicas modernas y declaraciones legislativas. Por ejemplo se los puede apreciar en los Escudos de la Provincia de Neuquén (Argentina), de la Región de La Araucanía (Chile) y del Estado de Paraná (Brasil).


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En el sector cerrado del Parque Pereyra descansa una anónima mujer sobre el lomo de un toro. Por desgracia su rostro se perdió en el tiempo por culpa del vandalismo, pero su verdadera identidad es muy conocida en todo el mundo. En nuestra ciudad la llamamos “La Ganadería”, pero su verdadero nombre es Europa, una de las princesas más influyentes del antiguo mundo.

La Escultura y sus Dos Cabezas.

Iniciado el Siglo XX el país y la ciudad de La Plata estaban subidos al carro de la Belle Epoqué; dónde prosperaban las instituciones, las arcas estaban llenas y había un deseo de modernizar los espacios públicos. En el caso de la capital bonaerense el camino fue la reforestación y urbanización de los parques y plazas centrales. 
De este modo, aprovechando la gira americana de Raymond Rivoire, se compraron cuatro grandes esculturas de mármol blanco. Con estas se pretendía rejuvenecer los espacios urbanos y transmitir nuevas ideas. Un hecho curioso es que las esculturas por si mismas ya tenían un nombre vinculado a las mitologías griegas que representaban, pero aquí se le cambiaron los nombres para remarcar el carecer nacional y agro-exportador del país. Estas fueron “La Ganadería”, “La Agricultura”, “El Río de La Plata” y “El Océano Atlántico”.

Originalmente esta obra se llama “El Secuestro de Europa por Zeus” y es parte de una colección de fuentes talladas en mármol de carrara. Su primer hogar fue la Plaza Moreno sobre unos jardines que rodeaban la antigua fuente central. Llegados los años 40, con el rediseño de la plaza, las figuras “El Atlántico” y “La Ganadería” se mudaron al Parque Saavedra. Por su arte “La Agricultura” fue destinada a la Plaza Olazábal y “El Río de la Plata” habría sido robado en 1942.
Continuando con las tragedias y el abandono de es los espacios públicos, a partir de la segunda mitad del siglo XX, una ola de vandalismo dañó la figura de Europa arrancándola cabeza y las extremidades, recibió constantes escrituras, daños punzantes y abandono higiénico. Sucesos que durante décadas despertó dolores y penas por su estado de abandono.

Curiosamente en enero del 2019, de manera anónima, una persona le colocó una cabeza nueva femenina de rasgos latinoamericanos. Además se lucir muy sonriente para la foto, también lucía un gorro tipo chullo con orejas. El intento de revivir la imagen genero opiniones cruzadas. Por un lado era bonita la intención de recuperar un valor dañado; pero el estilo artístico, el color, las dimensiones y el motivo no correspondían con la pieza original. Una semana más tarde, la Princesa Europa perdió su segunda cabeza con el mismo anonimato con la que surgió.

Conocida como la Princesa Europa, sobre su emblemática imagen se cargan dos historias igualmente épicas y trascendentales. Una vinculada a la apasionada mitología griega y otra que narra la evolución de las civilizaciones mediterráneas.

Un amor entre Europa y Zeus.

Según diversos relatos antiguos, Europa era una jóven princesa oriunda medio oriente. No hay precisión exacta, pero según el poeta Homero, en La Illiada se afirma que Europa era hija de Fénix, Hijo de Agénor. Otros consideran que eran hermanos. Pero todos la ubican en las zonas de la antigua Fenicia (Israel, Palestina, Libano) y la describen como una hermosa doncella descendiente de Poseidón.
Por su parte el Dios Zeus era conocido por su gran apetito sexual, sus continuas mentiras y su capacidad de seducción (algunas de sus historias hoy serían graves delitos). Fue entonces cuándo se enamoro y obsesionó con la joven Princesa Europa.

Zeus sabía que no podía acercarse de manera física por las represarías de los demás Dioses (Hera y Poseidón), por lo cual se transformo en un gran toro blanco y se mezcló entre un ganado que pastaba cerca de las playas. Allí esperó pacientemente hasta que apareció Europa con unas amigas. Ellos corrían y jugaban por la orilla del Mar Mediterraneo, hasta que vieron al inusual Toro Blanco. Al aproximarse, el animal se mantuvo manso, amigable y hasta tentador. Lo rodearon, lo acariciaron, caminaron a su lado; hasta que Europa decidió montarlo. Fue entonces cuándo lentamente, Zeus aun convertido en Toro, se encaminó directo hacía el Mar. Esta acción tomó por sorpresa a Europa, mientras sus doncellas solo pudieron mirarla desde la orilla hasta que la perdieron de vista.

A lomos el Gran Toro Blanco, Europa llegó a la Isla de Creta, dónde convivió felizmente con Zeus y tuvieron tres hijos llamados Minos, Radamantis y Sarpedón. Posteriormente Zeus le pidio al Rey Asterión de Creta que se casara con ella para que sea la Primera Reina y que cuidara de sus hijos. Además el máximo Dios del Olimpo le regaló a Europa un collar hecho por Hefesto, un autómata de bronce llamado Talos, unos feroces perros llamados Lelape y una jabalina que jamás fallaba. Incluso como gestó de genuino amor, Zeus también habría creado la constelación de Tauro.

En particular el Primer Rey Minos, hijo de Europa, habría sido un excelente mandatario; tanto que fue premiado por los Dioses tras su muerte. Su herencia se la conoce como civilización minoica (prehelénica). Además mediante su descendencia (Rey Minos Segundo) se abren las puertas a las historias de Teseo, Hércules, Fedra y el Minotauro.

Europa, la Princesa en la historia real. 

La mitología griega es un conjunto de historias de diferentes autores que intentaban explicar los sucesos del pasado; pero cada cual tenía su versión. Pero todo comenzó a cambiar con Heredoroto (484-425ac), el padre fundador de la Historia como disciplina científica. Siendo un gran fan de las historias mitológicas, él se preguntó que había de verdad y de mentira en las narraciones. Fue así que comenzó un gran viaje por todo el mundo conocido para encontrar la verdad detrás de la mitología.

Según el primer libro de Heredoroto, Europa era una joven princesa fenicia de la ciudad de Tiro (medio oriente) que fue secuestrada por los cretenses (Isla de Creta). Esta vil acción era una suerte de venganza porque previamente los persas habrían secuestrado a la Princesa Io de la ciudad de Argos (Grecia) También en su texto Historias sugiere que tal vez Io se fugó a medio oriente porque estaba embarazada. Esta ola de secuestros y revanchas no solo agravaron las tensiones entre ambas orillas del mediterraneo, sino que además fueron el camino del posterior secuestro de la Princesa Helena y el comienzo de la sangrienta Guerra de Troya.

Otro de los hallazgos de Heredoroto fue un mapa realizado por Anaximandro (610-546ac) dónde por primera vez se titula como Europa al antiguo continente. Esto podría ser una referencia por la princesa-reina de la principal civilización prehelénica (minoica y la princesa Europa) o por derivación de las lenguas asirias-arameas.
En la actualidad los arqueólogos han descubierto que la Isla de Creta ha estado habitada al menos desde el año 3000 AC. Además se cree que las historias vinculadas al Rey Minos Primero y la Princesa Europa datan del Periodo Minoico Medio (1700-1600AC) y en sintonía con los años de mayor esplendor de la ciudad pre-helénica. También se cree que gran prosperidad transformada en mito decayó por culpa gran erupción volcánica.


¿Quién fue Raymond Rivoire?

Antoine Joseph Léon Raymond Rivoire nació el 21 de octubre de 1884 en una pequeña comuna francesa llamada Cusset. Su amor y habilidad con las esculturas le abrieron las puertas a la prestigiosa Escuela de Bellas Artes de París. Con un ascenso meteórico, con 21 años fue expositor en el Salón de Artes de Francia (1905) y en el Salón de Otoño. Su especialidad fueron las esculturas en piedra, bronce y mármol. Su gran talento también le permitió en las competencias de arte de las Olimpiadas de Verano de 1924 y 1928.

Entre sus obras más destacadas están el “Beso de la Gloria” (1907), conservada en el Ayuntamiento de Riom. Originalmente se trató de un trabajo por encargo privado que posteriormente terminó siendo vendida al Estado cuándo comenzaron a erigirse los monumentos fúnebres por la Gran Guerra. En este sentido Rivore trabajó en muchos grabados y figuras de mujeres, madres, novias e hijas llorando las pérdidas de la Primera Guerra Mundial. Con el paso de los años su obra se concentró en dar vida diversas historia mitológicas griegas; como paso previo al movimiento vanguardista. De este modo entre sus esculturas más famosas quedaron una Venus (1930) ubicada en el Ministerio de Educación de la Nación (Francia), la fuente “El Argonauta” (1933) en Cannes y muchas otras más. Lamentablemente muchas de sus obras se perdieron porque eran los adornos de grandes trasatlánticos que se hundieron y/o incendiaron.

Por todos estos trabajos recibió varios galardones y medallas de oro y plata. El 29 de diciembre de 1932 fue nombrado Caballero de la Legión de Honor y condecorado el 13 de enero de 1933 por Jean Gautier, subdirector del Conservatorio Nacional de Artes y Oficios. Además pudo realizar una gira internacional por Europa y América, incluyendo Buenos Aires.
Raymond Rivoire falleció el 27 de septiembre de 1966. Tenía 81 años.

Es muy difícil cuantificar y valorizar una obra de arte; y más cuándo se trata de grandes exponentes del arte esculpiendo obras de autor. Pero ejemplo un pequeño busto de cerámico diseñado por Raymond Rivoire, de solo 24cm de altura y reproducido por la empresa Sevres ha llegado a cotizar 3000 dólares. Mientras que un mini conjunto escultural de 20cm realizado en bronce ha sido cotizado en casi 10 mil dólares. En tanto la escultura que se conserva en el Parque Saavedra es un bloque de mármol de carrara de 1,5 metros de altura aproximadamente. Dicho de otro modo, aunque la escultura La Ganadería se encuentre en malas condiciones de conservación; solo por su tamaño, material, autor y características puede fácilmente cotizar varias decenas de miles de dólares.



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