Inaugurado el 19 de noviembre de 1886, el Teatro Podestá (ex Politeama Olimpo) fue una de las primeras instituciones artísticas de la ciudad de La Plata. Y en consecuencia su historia, arte, humor y objetos son una pieza central para comprender la identidad local.

El Museo Juan José Podestá fue creado el 14 de octubre de 1991 mediante la ordenanza municipal 7572. Su objetivo es la investigación, la conservación y la divulgación de objetos y documentos relacionados a la historia del Teatro. Su fundación ocurrió en sintonía con los trabajos de recuperación de la institucional y arquitectónica, la cual había sido abandonada por el sector privado en los años 70.

    

Una identidad policultural

Su acervo es particularmente importante porque data casi desde los años fundacionales de la ciudad (1882). Además su producción artística interpelaba a todos los estratos sociales de la época porque se brindaban desde shows de Opera Lírica hasta espectáculos Circenses. Para cumplir este doble rol se había desarrollado toda una compleja arquitectura para armar y desarmar una arena (picadero) donde hoy se encuentran las butacas centrales

Las salas del Museo Podestá son recorrido por la historia de la institución, pero también por el arte y la política. Aquí se pueden ver fotografías de personajes destacados de cada década. Por estos salones transitaron grandes figuras como Gemma Bellincioni (soprano), Roberto Stagno (tenor), Ángel Magaña (actor) y Ramón Novarro.

Además se expone una colección y archivo de libretos de cada obra presentada, algunas complejas por su riqueza musical y otras por el contenido ideológico. El mismo Teatro se inauguró con “El Barbero de Sevilla” de Gioacchino Rossini. Incluso se puede apreciar elementos muy curiosos como una letrina de mármol tallado, trajes confeccionados para las obras, una colección de boletos, envoltorios de golosinas y muchos mobiliarios de madera que fueron parte de las primeras configuraciones del teatro

La Familia Podestá

Una segunda sala está destinada a la vida de la Juan Podestá, considerados uno de los padres del Teatro Nacional. Don Juan José Podestá era hijo de inmigrantes genoveses radicados en Uruguay. Junto a sus hermanos crearon una compañía de circo para brindar show en ambas orillas del Río de La Plata. Hasta que finalmente Pepe (Juan José) se casó con la rosarina Baldomero Arias y se instalaron en nuestra ciudad.

    

En estos año nació “Pepino el 88", un payaso para adultos con el cuál llegó a ser considerado el primer capocómico del país. Este personaje fusionaba aspectos de la vida cotidiana con las complejidades de la política contemporánea bajo un punzante sarcasmo. El mismísimo Juan Podesta cantaba el verso “Acepto, estudio, trasnocho, salto, brinco, con maestría, y el público casi chocho, me llama desde aquel día. Pepino fue el equivalente a un Tato Bores o Enrique Pinti.

También se su pluma nacieron otros personajes icónicos como El Gaucho Juan Moreira y Antonio Cocoliche. Todos estos emblemas teatrales son elementos sustanciales para comprender la historia local, nacional y artística porque se construían de una manera muy analítica del momento social. No por nada cuándo fallece Juan Podestá el Diario El Mundo tituló “Murió Don José J. Podestá, el patriarca del teatro nacional” (6/03/1937).

  

Mucho más que un Museo

Las visitas guiadas coordinadas al museo poseen un valor agregado porque suelen incluir el ingreso a otros sectores de muchísimo valor artístico, arquitectónico e histórico. De este modo se puede conocer en detalle la Sala Principal “China Zorrilla”, con su delicada forma de herradura italiana y el enorme lienzo realizado por José Bouchet. También suele incluirse un ingreso al Salón Dorado, dónde a veces se realizan show de cámara. Todos estos espacios habían sido abandonados en los años 70 y quedaron al borde del derrumbe. Recién en los años 80 la Municipalidad de La Plata pudo tomar el control del Teatro e iniciar un largo proceso de restauración.

Por si no fuera poco, en la página oficial del teatro se puede encontrar un archivo histórico digitalizado sobre las funciones y libros.

Contacto

Abierto al público general:
              Martes a jueves, de 10:30 a 14 hs.

Visitas guiadas al público general:
              Primer jueves de cada mes, 17 hs.

Previa inscripción a museopodesta@gmail.com

Visitas guiadas a instituciones:
               Martes y miércoles, 10 y 14 hs.

Previa inscripción a museopodesta@gmail.com

Página Web: https://coliseopodesta.laplata.gob.ar/

    

  

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Ubicada frente a la Plaza Rocha, la emblemática Biblioteca de la UNLP es un gran museo de historia nacional e internacional. Aquí se conservan invaluables documentos políticos y científicos que datan desde el Siglo XVI en adelante.

Los visitantes pueden encontrar una gran colección de libros, mobiliario, obras de arte, archivos, fotografías, manuscritos, periódicos y objetos casi únicos en el mundo. Incluso entre los elementos más antiguos se pueden encontrar mapas y textos del Siglo XVI. Algunos de estos son los 75 volúmenes de la Colección Cervantes protegidos por la UNESCO, antiguos textos franceses que respaldan los reclamos de soberanía argentina sobre las Islas Malvinas y un estudio predictivo de los siglos lunares publicado en 1740.

La sección de Salas-Museo fueron creadas en el año 1977 para organizar, exponer, investigar y conservar los mayores tesoros de la institución. Con esta finalidad se organizaron diferentes espacios temáticos:

Sala La Plata:

Aquí se conserva una colección especializada en elementos vinculados a la ciudad, la universidad y sus habitantes. En ella se pueden consultar libros y documentos sobre la historia y organización de la UNLP, textos de autores platenses, una colección fotográfica y publicaciones periódicas.

Se trata de un acervo muy especializado en temas como la masonería local, personalidades destacadas, el arte y la arquitectura, el crecimiento de los barrios, la llegada de los inmigrantes y las colectividades en el Gran Plata.

Sala Joaquín V. González:

Sin lugar a dudas es uno de los lugares más curiosos porque se trata de la reconstrucción exacta de la habitación personal del Dr González, fundador de la Universidad y una de los principales genios de la Generación del 80. Aquí se conservan sus diplomas, libros, cartas, apuntes, elementos personales, su cama y obras de arte.

Además es todo un tesoro con libros de poesía, literatura, historia, religión, derecho y demás temáticas que atraían al Dr González.

Sala Nicolás Avellaneda: 

La colección de quien fuera Presidente de la República (entre 1874 y 1880) posee más de 700 volúmenes de publicaciones oficiales gubernamentales, libros de derecho, literatura española, textos del Romanticismo y elementos del ex mandatario.

Durante muchas décadas, el Dr Nicolás Avellaneda fue una de las figuras más influyentes de la política nacional y el desarrollo del país. Fue uno de los mentores del final de la guerra civil y la promoción de la educación pública. 

Sala Juan Angel Fariní

Con 17 mil volúmenes componen la colección de un curioso médico e historiador que nació en 1901. Un verdadero académico y fanático del conocimiento que supo reunir periódicos y libros de historia, geografía argentina y americana, medicina, arte, derecho y muchos otros temas más.

Entre las muchas joyas únicas se encuentran el Acta del Cabildo de Santiago de 1541, un texto de historia española publicado en 1806, las memorias del Príncipe Manuel Godoy (1767-1851) y otros documentos independentistas del Imperio del Brasil y de la Gran Colombia.

Sala Carlos Viamonte: 

Compuesta por 3800 volúmenes de derecho, economía, política, sociología e historia y mobiliario; se trata de la colección heredada del jurista constitucionalista, escritor y profesor Carlos Sánchez Viamonte. Oriundo de La Plata y egresado de la UNLP, fue uno de los políticos más influyentes de los años 40. Fue militante del Partido Socialista (PS), diputado nacional, preso politico en sucesivos gobiernos y representante de la Argentina en la Comisión de DDHH de la ONU hasta 1966.

En su inmenso legado se destacan libros como “La emancipación de la mujer“ (1929), “Régimen internacional del divorcio” (Quintín Alfonsín), “La música en la antigüedad” (Curt, Sachs) y “Las ideas morales en el Antiguo Egipto” (Rosenvasser, Abraham).

Sala Alejandro Korn: 

Conocido como uno de los “Cinco Sabios de La Plata”, uno de los padres de la psiquiatría moderna nacional y emblemático filósofo; el Dr Korn nos dejó una colección conformada por cerca de 2900 volúmenes, cuadros, muebles y objetos personales. También se conservan y documentan publicaciones que estudian su infinito legado.

Aquí se puede ser la vida personal de Alejandro Korn y sus aportes en la Universidad, en el sistema de salud pública, en el partido socialista, en la ciudad de La Plata e incluso en el club Gimnasia y Esgrima de La Plata. Entre los tesoros se encuentran: “Ensayos críticos sobre filosoflia, ciencias y letras” (Korn),“Influencias filosóficas en la evolución nacional” (Korn) y “ Filosofía del Quixote” (Severo, 1906),“Poesías” (Cervantes).

Sala Arturo Costa Álvarez: 

Siendo una colección compuesta por 792 volúmenes sobre filología, lingüística, filología, derecho y ficción; se trata de un tesoro vinculado a un gran periodista, traductor y lingüista.

Álvarez Costa fue testigo directo de grandes procesos políticos que fueron modelando la vida política y estatal del país a principios del siglo XX. No solo fue periodista, también fue intérprete en la Corte Suprema, profesor de en el Colegio Nacional e investigador de los lenguajes latinoamericanos. De este modo sus documentos y manuscritos son testimonios directos de una realidad muy compleja.

Además gran herencia de textos de producción personal, también se conservan valiosos libros como diccionarios de 1519, 1664 y 1776 para el estudio de los idiomas latinos y su traducción. También se guardan manuales, ensayos e investigaciones sobre el idioma rioplantese, interpretaciones musicales y elementos para la diplomacia internacional.

Además de los espacios anteriormente mencionados, también existen otras seis Secciones:

- Sección de Autógrafos de distintas personalidades de Argentina, América y Europa. Aquí se puede observar cartas y documentos de grandes celebridades como Manuel Belgrano, el Rey Carlos IV y del Virrey Cisneros. 

- Sección Cervantina conformada por 654 volúmenes de obras pertenecientes a Miguel de Cervantes Saavedra. Unos 75 elementos de esta colección están protegidos por la UNESCO-ONU por su valor cultural internacional.

- Sección Numismática para la conservación de 254 piezas en conmemoración de distintos acontecimientos históricos locales, nacionales e internacionales.

- Sección Pedro B. Palacios Almafuerte para la recopilación de los manuscritos del poeta, periodista, dramaturgo y docente platense.

- Sección Emilio Estiú compuesta por obras filosóficas y humanísticas en general.

Por si todo lo anterior no fuera poco, el acervo la Biblioteca de la Universidad posee decenas de miles de libros, una hemeroteca y salas de exposiciones transitorias.


Dirección: Plaza Rocha (7 y 60) N 137
Visitas Guiadas Gratuitas:
                          Lunes a las 11 horas y jueves a las 15 horas.
Horario de Atención del Museo:
                          8:00 a 14:00 hs. 
Horario de Atención de la Biblioteca: 
                          8:00 a 19:00 hs. 
Teléfono: +54 9 221 423 6607 interno 153
Mail: salasmuseo@biblio.unlp.edu.ar
          secretaria@biblio.unlp.edu.ar










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Siendo una de las Universidades más importantes, modernas e influyentes de Latinoamérica, es difícil creer que una vez casi desapareció; pero así ocurrió. Se la ahogo con el presupuesto, se cuestionó su imagen y hasta se judicializó la propiedad de una simple caja portapapeles.

La Idea de una Ciudad Universitaria.

Cuándo en 1882 se fundó la ciudad de La Plata se la pensó como un símbolo de la modernidad. En consecuencia se la dotó de muchas instituciones académicas y científicas como el Museo de Ciencias Naturales, el Observatorio y la Escuela de Parteras. Todas estas instituciones eran la antesala y el deseo crea una Universidad.
En oposición, el Presidente Julio Roca se oponía al proyecto de construir una ciudad desde cero (1). El motivo principal era su rivalidad con el gobernador Dardo Rocha, quien buscaba presentarse en las elecciones presidenciales de 1886. De este modo el gobierno nacional no brindó el respaldo para fundar una Universidad. Incluso se negó a fundar un Colegio Nacional y puso en acción una campaña de propaganda difamatoria.

La excusa oficial para no fundar una Casa de Altos estudios era que ya existía la UBA. Fue entonces cuando el Diputado Pedro Bourel dijo en la sesión del 7 de agosto de 1889:

“Sostener, pues, que porque existe una universidad en la Capital federal, no debe crearse otra aquí, es sostener que aquellos jóvenes, desprovistos de fortuna, deben quedar privados de los beneficios de la instrucción, privando a la vez al país de los beneficios que reporta la difusión de las letras”.
Con estas sabias palabras comenzó la Universidad de La Plata (3).

Remar en Dulce de Leche.

Ante la ausencia de un Gobierno Nacional, la gestión provincial tomó sus propias riendas para el fomento de la educación pública. De este modo, en diciembre de 1889 el Senador Rafael Hernández encabezó la pelea para crear la “Universidad Provincial de La Plata”. Pero lamentablemente las elecciones provinciales de 1887 le habían dado el triunfo al Dr Máximo Paz, primo del General Julio Roca, por lo cual promulgó la Ley pero jamás decretó la implementación. Incluso en 1891 el senador Antonio Bermejo (roquista) propuso cerrar la Facultad de Agronomía y Veterinaria, aun cuándo esta era la única institución de Educación Superior de la Provincia (3) y la primera en su tipo del país (1883).

Pese a todas las dificultades económicas, políticas y habitacionales, el rochismo revivió el Proyecto de Universidad Provincial en 1897. Este triunfo se logró gracias a la alianza de los rochistas, liberales modernistas y radicales. De este modo el Gobernador Guillermo Udaondo (mitrista) tuvo que decretar la creación de la Universidad.
Superado el primer obstáculo político, comenzaron los desafíos económicos y las amenazas. En diciembre de 1897 el Diario La Prensa, propiedad de José Clemente Paz (otro primo de Julio Roca) se publicó: “la provincia no se encuentra en condiciones para sostener institutos de este género, cuya utilidad y necesidad no es imperiosa” (5).

Aun así, para reducir los costos y dar la lucha, varios de los primeros docentes fueron los mismísimos políticos que impulsaban a la Universidad y que aceptaban trabajar gratis (ad honorem). Entre ellos estaban el Dr Dardo Rocha, el ingeniero Pedro Benoit, el botánico Florentino Ameghino, el Dr Jacob Larrain, el ing Luís Monteverde y muchos otros célebres nombres.

Por una Caja porta Papeles.

La idea de una Universidad Platense fue muy bien recibida en la ciudad, pero los problemas económicos y políticos no desaparecieron. Más temprano qué tarde, la situación llegó a niveles ridículos cuando en junio 1897 el Rector Dardo Rocha debió concurrir a la Suprema Corte de Justicia para reclamar la devolución de "una caja de fierro existente en el Juzgado del Crimen a cargo del Dr. Lascano, que el Directorio del Banco Hipotecario tiene cedida a esta Universidad” (3). La respuesta al pedido fue que la caja donada estaba siendo usada para guardar documentos vinculados a una causa de corrupción del Banco.

El paso del tiempo no mejoró la situación financiera. De hecho el 3 de junio de 1898 se crea el “Centro Universitario” (3) como el primer espacio político estudiantil de lucha, encabezado por Dalmiro Alsina. Pero esto tampoco fue suficiente. Mientras que 1898 el presupuesto fue de 88 mil pesos, en el Presupuesto de 1899 so se asignaron 40 mil pesos, menos de la mitad. La reacción estudiantil fue iniciar un proceso judicial, en base a los artículos 212 y 214 de la Constitución Provincial, porque la Universidad “una vez fundada no puede racionalmente ser ni suprimida ni privada de los medios necesarios para la subsistencia”. Pero nuevamente la Corte ignoró el pedido por la falta de un letrado patrocinante y de una personería.

Ante el riesgo de una nueva revolución social, el presupuesto del año 1900 se elevó a 60 mil pesos. Pero a la falta de un presupuesto, se sumó la decisión federal de no validar los títulos emitidos. Es decir que los egresados solo podían ejercer su profesión dentro del territorio bonaerense.


El Cierre y la Resistencia.

Una y otra vez los ataques contra la Universidad Provincial fueron constantes y en aumento. Hasta que finalmente en 1903 se sancionó una ley de presupuesto provincial (6), pero había algo que estaba muy mal. En el Ítems 94 aparecía el título “Becas” y en el detalle se aclaraba que eran para los alumnos “que egresen del Colegio Nacional y de la extinta Universidad de esta cuidad”. Peor aun, solo se brindarían 80 becas por un monto de 30 pesos, cuándo a efectos prácticos cada año ingresaban entre 90 y 100 estudiantes.

Ante este nuevo atropello la reacción popular fue automática. Los estudiantes volvieron a las calles y boicotearon la revalidación de materias con la UBA. Por su parte, el Consejo Superior de la Universidad nombró un Consejo de Académicos para iniciar una demanda a nivel Constitucional. En este grupo estaban los letrados Dardo Rocha, Alsina, Rivarola y Sanz. El texto se basaba en los derechos adquiridos de los estudiantes, el valor social de la educación, la lucha contra el elitismo y la obligación gubernamental como garante del acceso a la educación. Esta memorable intervención decía:

“Por manera que cuando la Constitución dice sostener la Universidad, la ley la extingue; cuando manda que la enseñanza sea accesible a todos, la reduce al favoritismo de unos pocos; cuando manda sancionarle un presupuesto, lo suprime totalmente; y por último traslada la dirección de la enseñanza superior de la universidad a la que la confió la Constitución al Poder Legislativo y al Poder Ejecutivo; al primero que vota el número de becas y al segundo que las distribuirá y fijará el número y las profesiones a que deben dedicarse los que reciben las becas y pasajes”.
(Causa Letra B 6021 - Año 1903 - Iniciada por el Dr Dardo Rocha)

Ante la escalada y el rechazo popular, el gobernador Marcelino Ugarte (mitrista aliado al roquismo) se vio obligado a reformular la Ley del Presupuesto de 1903 (7) asignando nuevamente los 60 mil pesos anuales. Como dato de color, el gobernador cobraba 2300 pesos mensuales, es decir que en un año él recibía el 45% de todo el presupuesto universitario.

Por suerte la historia terminó muy bien. Donde muchos veían “una carga fiscal”, el Dr Joaquín V. Gonzalez vió una oportunidad de nacionalizar una Universidad e imitar el modelo experimental de Oxford. En sus propias palabras, la Universidad de La Plata era la posibilidad de crear una institución “moderno y experimental (…) que respondería a una necesidad evidente de todas las clases sociales de la nación y en particular, de las que miran a la prosperidad general, bajo su faz científica y económica”, en oposición al esquema literario colonial.

Los años pasaron y le dieron la razón a los Doctores Rocha, Hernández, Alsina, Rivarola, Sanz y González. Hoy la Universidad Nacional de La Plata además de ser la segunda más importante del país, también figura entre el 5% de las mejores del Mundo.


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(1) Informe “Aspectos de la Gestión Cumplida por Dardo Rocha en el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires 1881-1884” del Instituto de Historia Argentina: Ricardo Levene. Año 1982.
(2) Libro “Historia de las Universidades Argentinas” del Doctor en Historia Pablo Buchbinder.
(3) Artículo “La Universidad de La Plata: de Rocha a González. Documentos referidos a la Universidad Provincial de La Plata en el Archivo de la Suprema Corte de Justicia” del Abogado, Escribano y Profesor en Ciencias Jurídicas Roberto Daniel Núñez. Revista “Hilos Documentales” de la UNLP. Año 2019. 
(4) Libro “La Universidad Nacional de La Plata en su Centenario 1897 – 1997” del Dr Fernando Enrique Barba y los Profesores Jorge Abel Iturmendi, Marcelo David Coll Cárdenas y María del Carmen Mamblona. Año 1998.
(5) Paper “Nota sobre los orígenes de la Universidad de La Plata” – Doctor en Historia Fernando Enrique Barba – Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Año 1972.
(6) Presupuesto de la Provincia de Buenos Aires para el año 1903 – Ley N°2818.
(7) Presupuesto de la Provincia de Buenos Aires para el año 1903 – Ley N°2821.

Cada 29 de Agosto se celebra el Día Nacional del Árbol como fecha para la concientización y promoción de los espacios verdes. La idea surgió en el año 1900, aunque en la ciudad de La Plata creció como una reafirmación del ideal fundacional higienista-conservacionista.

El Origen de la Celebración Nacional

El vínculo de la humanidad con el medioambiente siempre tuvo tensiones y réplicas en la evolución de las ideas. Desde 1901 la Argentina se convirtió en uno de los primeros países latinoamericanos en celebrar el Día del Árbol. La fecha fue establecida por el Dr. Estanislao Zeballos, quien estaba a cargo del Consejo Nacional de Educación. Pero el origen de esta celebración tiene muchas ramificaciones.

La versión más popular es que el Dr Zeballos se inspiró en el día homónimo celebrado en los Estados Unidos desde 1872. A su vez este habría surgido gracias a los inmigrantes suecos, quienes tenían una fecha desde 1840.

Tampoco se debe perder de vista la influencia del ex Presidente Domingo Sarmiento (1868-1874), uno de los primeros conservacionistas del país que imitaba todo lo que ocurría en el hemisferio norte. De este modo él mismo promovió la plantación de árboles con la colaboración de la familia Pereyra Iraola. El actual Paseo El Bosque y la Reserva Biosfera son parte de este proceso.

Al mismísimo Sarmiento se le debe la frase: “La educación es la palanca de la transformación y el respeto por la naturaleza es parte de esa transformación”.

Una Ciudad con Identidad Verde

La celebración del Día del Árbol fue muy bien recibida en La Plata por las propias ideas fundacionales que tenía de la Ciudad Capital (1882). La mejor prueba es que el mismísimo 10 de septiembre de 1900 se aprobó la Ordenanza 275 para instituir “La Fiesta Pública Anual de los Árboles”. Es decir que mientras el Dr Zeballos emitía la resolución para un evento que ocurriría dentro de un año, aquí en La Plata ya se lo estaba transformando en una Ordenanza como Política de Estado Anual.

Para comprender la inmediatez y el entusiasmo local por celebrar el Día del Árbol hay que recordar aquellos meses de 1882. A fin de cuenta el “trazado perfecto” del Casco Urbano fue la materialización del ideal racionalista e higienista que hoy llamaríamos “ambientalista”, “autosustentable” o “ciudades verdes”. Con esta finalidad se trazaron las calles y las plazas con una fuerte presencia de árboles que garantizaran la salubridad del aire. Entre los impulsores de este enfoque vanguardista se pueden mencionar a Eduardo Wilde, Pedro Benoit y Juan Martín Burgos.

En 1882 se colocaron las primeras palmeras misioneras tipo “Pindo” en las avenidas 51 y 53 y se aprobó la conservación del Paseo El Bosque. Luego vinieron varias campañas de forestación masivas impulsadas por Marcelino Aravena (1887), Marcos Levalle (1901) y Carlos Monsalve (1906). A las diferentes gestiones municipales fueron llegando tilos, jacarandá, cipreses, ginkgo, lapachos, araucarias y muchas otras especies más.

Otro aspecto que pudo haber ayudado a la consolidación de la identidad higienista fue presencia de inmigrantes que traían sus propias ideas populares. En las principales corrientes migratorias que llegaron a La Plata existía una tradición preexistente a favor de los árboles. En la localidad de Villanueva de la Sierras (Extremadura - España) el “Día del Árbol” existe desde 1805. Para la comunidad vasca es importante plantar "Robles de Gernika" como símbolo de la Bizkia. En Francia y en Bélgica se plantaban “Árboles de La Libertad” (plátanus) en las plazas públicas como tributo a las Revoluciones Republicanas. Mientras que la tradición greco-italiana siempre buscó relacionar y conservar a las especies forestales como parte de los credos y divinidades.

Un ideal que llegó para quedarse.

A principios del siglo XX la “Fiesta Anual del Árbol” era un evento sumamente importante y esperado. En diferentes diarios de época se puede apreciar como desde varios días previos se anunciaban las actividades escolares y públicas. Normalmente se organizaban clases especiales y jornadas de plantación en los espacios público. 

Un caso particular ocurrió en abril de 1924 cuándo el Concejal Manuel Chinchurreta promovió la creación de la “Comisión Pro Fomento del Árbol”. En primera instancia sería un organismo municipal para inventariar, gestionar, renovar y fomentar el patrimonio forestal platense en coordinación con otros entes gubernamentales. Mientras que en segunda instancia se encargó de planificar una “Feria de Floricultura y Arboricultura” para el 19 de noviembre de dicho año.

Con el paso de los años la organización de una Fiesta se fue perdiendo para convertirse en una actividad casi cotidiana. La idea de “plantar un árbol” como parte de una celebración/homenaje se volvió una costumbre. En la Plaza Islas Malvinas se plantó toda una hilera de árboles por los caídos en la guerra. Varias décadas antes también el botánico Carlos Spegazzini planto un Ficus en el Bosque como tributo a los caídos de la Primera Guerra Mundial. En la Plaza San Martín existe un árbol en tributo al Cincuentenario del Círculo de Periodistas. En el diagonal 79 el Dr Favaloro plantó un algarrobo por el centenario de Escuela N45. Incluso la Universidad Nacional de La Plata posee un enorme Roble en su jardín que utiliza como logo identitario. 

Aun con todo lo que falta por hacer, recuperar y mejorar; la ciudad de La Plata es una de las grandes zonas urbanizadas del país con más árboles por metro cuadrado. Un hito que comenzó en 1882 y que aun se mantiene gracias a la continua reafirmación de este ideal.

Existen muchas razones ambientales, higiénicas, estéticas y económicas para que una ciudad fomente la plantación masiva de árboles. En la ciudad de La Plata se suma el motivo cultural, histórico e identitario. Pero en oposición no existe ninguna razón para quitarlos o para no celebrarlos.


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Muchas veces se habla de las primeras personas que se mudaron a la ciudad de La Plata para trabajar en su construcción. Pero en el Cementerio de La Plata hay un destacado mausoleo de una persona que falleció diez antes de que se funde la ciudad. Su nombre es Manuel Hornos, quién fue unos de los generales más condecorados en las guerras por la unificación nacional.

Una página perdida de la historia.

Manuel Toribio Hornos Correa nació el 18 de julio de 1807 en la provincia de Entre Ríos. Pero si se mira la placa biográfica en el mausoleo, pareciera que su vida comenzó con la Rebelión de 1852, lo cual está muy lejos de ser cierto.

No existen datos exactos sobre su enrolamiento y sus primeros pasos dentro del Ejército porque en aquellos años se vivía la llamada “Anarquía del XX”. Por un lado crecía la feroz guerra civil entre unitarios y federales; mientras que en paralelo se desató la Guerra contra el Imperio del Brasil. Pero si es un hecho que el joven gaucho Manuel Hornos se alistó en las fuerzas del General y Gobernador entrerriano Lucio Norberto Mansilla, quién era héroe durante Invasiones Inglesas y la campaña del los Andes. Es difícil saber si el bautismo de fuego lo tuvo en el asedio a Montevideo, en la batallas contra Estanislao López (Santa Fé) o como parte de las tropas legalista frente a Rebelión Jordanista. Pero durante todo este tiempo Manuel Hornos siempre fue leal al gobernador Mansilla y habría tenido cercanía con el General Lavalle.

Según Leopoldo Lugones (h) en “La Historia de los Caballos”, ya en 1831 Manuel Hornos era un muy querido e importante oficial de caballería del Ejército Unitario. Su respeto emanaba por ser una persona carismática que lideraba las acciones de combate, por tener costumbres gauchescas y por sus eventuales reflexiones sobre la vida, la guerra, la paz y la muerte.
En el texto de Lugones se narra cómo estuvo a punto de ser fusilado por conspirar contra el General Echagüe, quien era leal al Restaurador Manuel de Rosas. Al ser reconocido por su carcelero (Epitacio Nuñez), pudo escapar a caballo y luego se embarcó rumbo a Uruguay.

Durante su exilio participó en la guerra civil de dicho país y conoció a otros caudillos (unitarios y federales) que se encontraban en situaciones similares. Eventualmente también participó en levantamientos menores durante la década del 40. Es muy probable que en estos años haya conocido a un joven Dardo Rocha, Bartolomé Mitre y Domingo Sarmiento y otros personajes centrales para la idea de “fundar una nueva capital”.

Al momento de gestarse la Batalla de Caseros, Manuel Hornos fue nombrado como Coronel de a 2° División de Caballería. La misma estaba compuesta por 600 hombres, siendo la columna más numerosa.

Una semilla platense.

Pese a haber nacido en la provincia de Entre Ríos, Manuel Hornos siempre estuvo más aliando a los intereses de la Provincia de Buenos Aires, el Partido Unitario y con la unificación de todo el territorio. En consecuencia participó en: la Rebelión Bonaerense (septiembre de 1852), el Combate de El Tala (1854), en la Batalla de Cepeda (1859) y en la Batalla de Pavón (1861) en el bando del General Bartolomé Mitre. También participó en la reorganización y traspaso de gobiernos locales militares hacía un esquema civil con Jueces de Paz (1). En forma paralela existía una figura porteña en asenso, nuevamente el Dr Dardo Rocha, quién tenía el rango de Teniente Primero y mensajero del General Antonio Susini.

Con el fin de la guerra civil y la unificación del actual territorio argentino, se procedió a la fusión de todos los ejércitos unitarios, federales y provinciales bajo un solo mando. De este modo Manuel Hornos fue nombrado como uno de los primeros Generales en la reunificada Confederación Argentina. Esta nueva realidad respondía al deseo del Presidente Mitre de evitar nuevos levantamientos armados mientras consolidaba la idea de un sistema federal (2).

Con 58 años, con una salud precaria y con más de 30 al servicio, el Brigadier General Manuel Hornos podría haber pasado sus últimos días como un alto mando militar retirado. Según la normativa del momento, le correspondía una pensión equivalente al 50% de su salario. Pero cuándo en 1865 comenzó la Guerra de la Triple Alianza, no dudó en tomar el mando en la vanguardia de la Guardia Nacional.

En abril de 1865 el Ejército de Paraguay invadió la Provincia de Corrientes, dando el inicio oficial de la guerra contra la Argentina. Casi en paralelo también comenzó una serie de levantamientos armados en contra de la Presidencia de Bartolomé Mitre. Frente a toda complejidad, el Brigadier General Manuel Hornos se puso al frente de la caballería en la Campaña de Corrientes. Junto al General Nicanor Cáceres, fueron los encargados de resistir la invasión, sofocar rebeliones internas y de recuperar el territorio perdido. En estos escenarios se cruzó con varios jóvenes oficiales que luego fundarían la ciudad de La Plata como base de una pacificación nacional definitiva.

Unidos en la Tragedia

La Guerra de la Triple Alianza tiene muchas páginas oscuras por las propias características de los combates, pero también por las intrigas políticas, las traiciones, la incompetencia y el posterior genocidio paraguayo. Una de esas historias ocurrió el 31 de enero 1866 durante la Batalla de Pehuajó.

El ejército paraguayo se había retirado de la provincia de Corrientes pero continuaba realizando ataques de hostigamientos. Fue entonces cuándo el Presidente Bartolomé Mitre llegó a la zona fronteriza y ordenó un contraataque definitivo. Con este fin se organizó una emboscada encabezada por el 5º Batallón de la 2ª División “Buenos Aires”, al mando del Teniente Coronel Carlos Keen, quién cayó en combate. En esta unidad también se encontraba Sargento Mayor Dardo Rocha (fundador de La Plata). Todo el operativo estaba bajo las órdenes del General Emilio Conessa.

Combate de Paso de la Patria - Acuarela de José I. Garmendia

La operación tenía graves fallos desde un inicio como antesala de la posterior masacre. El Batallón 5 estaba compuesto por milicianos con experiencia de caballería, pero se les ordenó cumplir el rol de Infantería sobre un terreno complejo. Posteriormente el silencio absoluto recomendado para estas operaciones fue incumplido, por lo cual las fuerzas adversarias se replegaron hasta sus posiciones defensivas originales. Peor aun, luego de perderse el factor sorpresa, el Coronel Conessa ordenó un avance generalizado y de frente hacía un adversario atrincherado. La derrota fue absoluta. El ejército argentino tuvo 900 bajas sobre un total de 1580 movilizados. Los defensores perdieron 170 combatientes de los 1150 emplazados.

Peor aun, mientras que el General Conessa dijo que las tropas paraguayas tenían la ventaja de “estar descalzos”, el Presidente Mitre habría frenado los refuerzos que otros altos mandos querían enviar, entre ellos la Caballería de Manuel Hornos. Según el Dr Carlos D’Amico (3) esto habría sido porque a Mitre le interesaba tener menos opositores bonaerenses. Aunque la mayoría de los historiadores modernos consideran que solo fue parte de la ineptitud y verticalidad del Mandatario como estratega.

Más allá de las conjeturas y las tragedias, como consecuencia de la Batalla de Pehuajó, el Dr Dardo Rocha (herido por cargar en vanguardia) recibió el beneplácito de Manuel Hornos. Posteriormente ambos estuvieron en la Batallas de: Estero Bellaco (2 de mayo), Tuyutí (24 de mayo) y Curupaytí (22 de septiembre). Estos fueron algunos de los combates más crudos de todo el conflicto, lo cual marcaría el impulso diplomático del Dr Dardo Rocha. También en estas acciones ocurrió la muerte de Dominguito Sarmiento, hijo del futuro Presidente Domingo Sarmiento.

Las tropas argentinas no habrían participado del Saqueo de Asunción (1869) ni tampoco tuvieron mucha participación en la Campaña de las Cordilleras (1869-70) dónde ocurrieron las mayores barbaries del conflicto. Para estos tiempos Manuel Hornos había sido ascendido a Brigadier General para repeler las nuevas revueltas en la Provincia de Entre Ríos. Por su parte Dardo Rocha comenzó la carrara legislativa para fundar una Nueva Ciudad Capital que sea sinónimo de Paz y Progreso.

Platense Post-Mortem.

Finalmente el 10 de agosto de 1870 el Brigadier General Manuel Hornos fue internado en el Hospital de Hombres y falleció el 15 de julio de 1871. Inmediatamente fue enterrado en el Cementerio de Recoleta, dónde Bartolomé Mitre dijo en su memoria: 

“Murió puro como nació, pobre como vivió. Su vida es un romance heroico, 
y su carrera militar una epopeya gloriosa”.

Su cuerpo descansó en la cuidad de Buenos Aires hasta que en octubre de 1907 se aprobó la Ley Provincial 3058 para que trasladado al Cementerio de La Plata. Al día de la fecha no existe un motivo exacto que haya motivado esta decisión. Pero existe el fuerte rumor de que en su última voluntad afirmó que quería descansar en la Futura Capital de la Provincia de Buenos Aires. Por consecuencia sus desciendes y amigos habrían promovido la iniciativa para que pases sus años como un Platense Post-Mortem.

La línea de descendencia del Manuel Hornos creció por dos vínculos amorosos que terminaron creciendo junto a la ciudad de La Plata. Primero se casó con Cecilia Romero López, con quien tuvo a su hija Ana del Pilar Hornos y Romero (1837-1867). Ella casó con Augusto María Rivero, pero no es seguro si hubo una descendencia directa (4). Posteriormente Manuel también se vinculó con María de Souza, dando a luz a Teresa Hornos y Souza. Según la Ley 3058, fue su hija Teresa quién estuvo a cargo del traslado del cuerpo de su padre. Además el gobierno provincial entregó 10 mil pesos para colaborar en la construcción del mausoleo. Los arquitectos Coutaret y Torres eran de los más destacados del momento.

Teresa Hornos y Sousa se casó con Fausto Martínez, dando inicio a las ramas de Eusebia y de María Teresa Hornos-Martínez. María Teresa (nieta) se casó con Santiago J. Carbone. Existe la posibilidad de que dicho conyugue sea el mismo “Santiago J. Carbone” que ejerció como Concejal en la ciudad de La Plata en 1890 durante la gestión de Marcos Levalle. También hay relatos sobre de un “Santiago Juan Carbone” que fue invitado por el mismísimo Dardo Rocha para que instale el primer corralón en la ciudad de La Plata. Y por si no fuera poco, también se constataría la presencia de “Joaquina Argentina Rivero y Hornos” (5), descendiente de Ana del Pilar, con domicilio en City Bell.

Si bien el Brigadier General Manuel Hornos estuvo muy lejos de ver la fundación de la ciudad de La Plata, a su modo siempre estuvo presente. Como militar profesional luchó por el ideal de una Provincia de Buenos Aires integrada y pacificada con el resto del país. Posteriormente tuvo un indudable conoció a los personajes que impulsaron la idea de “Una Nueva Capital” (Mitre, Sarmiento y Dardo Rocha). Y finalmente al menos una parte de su descendencia vivió y creció en la ciudad de La Plata desde los primeros años de su fundación.


https://www.visitalaplata.com.ar/2019/12/ayudanos-crecer.html

(1) “El Ejército de la unificación. La nacionalización de la organización militar, entre Buenos Aires y la Confederación Argentina, 1862-1864” del Doctor en Historia Lucas Codesido (CONICET) - Revista Universitaria de Historia Militar Volumen 11, número 23, Año 2022, pp. 160-181 ISSN: 2254-6111

(2) La provincia de Buenos Aires y el Presidente Mitre habían sido referentes del ideal unitario en desmedro de los intereses de otras provincias. Al llegar a la presidencia intenta un esquema intermedio. Adopta el federalismo siempre y cuándo el Poder Nacional quede en la Ciudad de Buenos Aires, lo cual por consecuencia hizo que la Provincia de Buenos Aires pierda su capital original.

(3) “Buenos Aires, Sus Hombres, Sus Políticas” – Dr Carlos D’Amico

(4) Según el árbol genealógico virtual de geneanet, Augusto Rivero solo tuvo hijos con segunda esposa Vicente Herrera. Pero algunas otras fuentes sugieren que si existió una rama Rivero-Hornos que habría habitado en City Bell.

(5) Nota biográfica en memoria de Santiago Manuel Carbone – Diario El Día – 1° de Septiembre de 2014.