Tierra de Campeones - 1968
Y de repente las calles fueron el escenario de una gran fiesta. La ciudad se tiñó de rojo y blanco. El León del Bosque había demostrado su furia, una que marcó su impronta en el Fútbol Internacional. Estudiantes de La Plata, Campeón del Mundo 1968.
Los años 60 no había comenzado particularmente bien para el Club Estudiantes de La Plata, quien temporada tras temporada disputaba el descenso de Primera División. El equipo parecía sostenerse solo por la fuerza de voluntad y la buena suerte, pero pronto pudo demostrar todo lo contrario al dar un giro de 180°.
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PH: El Gráfico - 1968 |
Los detractores y rivales dirían que el club se había transformado en un “laboratorio de experimentos”, incluso de ser uno tramposos. Pero el intenso entrenamiento y la racionalidad académica aplicada al fútbol dio sus resultados. Ese año el equipo terminó sexto en la tabla de posiciones, siendo el primer haz de luz de la venidera época dorada.
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Conmebol - 1968 |
Pero pese a los incontables logros de 1968, su clasificación a la Copa Intercontinental tenía pocas esperanzas en los diarios y comentaristas de la época. En el otro arco estaría el Manchester United, la joya del deporte británico que contaba hasta con 7 jugadores de selección. Por su parte el club Estudiantes seguía siendo minimizado. Ninguna de sus estrellas jugaba en la Selección Argentina, incluso el DT Osvaldo Zubeldía renunció a la Selección (1966) porque la AFA no aceptaba sus métodos ni nombramientos. El único jugador pincharata activo que usaría la camiseta celeste y blanca terminó siendo Salvador Bilardo en los panamericanos sub-23 de 1959 (medalla dorada)
El primer partido fue el 25 de septiembre en la antigua Bombonera del Club Boca Junior. Las expectativas fuera del equipo eran pocas, pero el DT del equipo supo sortear la tensión con la prensa local: “No creo que todo sea tan fácil para ellos, hasta lo que pude investigar son seres humanos como nosotros”. Aquella primer noche Marco Conigliaro marcó el 1-0 para Estudiantes de La Plata, pero no se calmaron los miedos y nerviosismos del público. Aun faltaba la prueba más dura, jugar de visitantes y tal vez un repechaje en Holanda.
El Manchester United, fundado en 1878, esperó a su par argentino con toda una campaña de marketing, confiados de tener un triunfo asegurado. “Animals” fue el incansable calificativo de la hinchada local y algunos periódicos obstinados en demostrar una superioridad antes del encuentro. Estudiantes de La Plata no era solo un “equipo emergente” de Sudamérica, también era una formación representante de aquella Argentina del Mundial 1966; la de Antonio Rattin que se sentó en la alfombra real y estrujó el banderín, cansado y enojado por una injusta expulsión.
Una hora antes del partido los Pincha Ratas entraron al estadio Old Trafford, con una capacidad de 58 mil personas y casi sin elementos que separen la hinchada del campo de juego. “Animals, Animals” entonó continuamente la barra del Manchester, pero las mentes de los argentinos lograron mantenerse concentradas en el plan de juego.
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PH: Gran Bretaña - 1968 |
Con un segundo tiempo aun más tenso, con dos expulsados (Hugo Medina y George Best), el Manchester necesitaba dos goles para abrir la posibilidad a un tercer encuentro definitorio. William Morgan venció finalmente a la defensa y al arquero Poletti, pero fue demasiado tarde. A los pocos minutos el partido terminó y los Pincha Ratas corrieron por el césped festejando, eran los Campeones del Mundo.
No habían podido viajar muchos argentinos a Gran Bretaña, pero el país y la ciudad de La Plata se tornaron una fiesta. Un cronista de la época se pregunta:
“¿Para qué existe el fútbol?... Para que el pueblo celebre”.
El festejo en Europa fue escueto, no había podido viajar una gran delegación de argentinos, mientras que los locales mantenían la tensión contra los “Animals”. Tras una escala en Italia, dónde el Presidente del Milan brindó un homenaje al equipo argentino, el avión con las estrellas del fútbol aterrizó en Ezeiza. Una infinita caravana los esperaba para desfilar por una colmada Avenida de Mayo y luego llegar a su hogar, la ciudad de La Plata.
Cuentan las anécdotas que el colectivo de los Campeones no soportó la presión de la marea humana. El recorrido duró 11 horas a paso de peatón, y el motor terminó por fundirse. El micro debió llegar a la ciudad empujado por la emoción y fuerza de los propios hinchas que los acompañaban.
Llegados al microcentro, el cielo se tiñó de colores. Los papeles volaron desde las oficinas. Una marea humana de trabajadores y estudiantes que desbordó la avenida 7, bañada en color blanco y rojo. Las bocinas de autos y camiones transportando más y más hinchas por la ciudad, conocidos o desconocidos, pero todos unidos bajo un mismo sentimiento: Estudiantes de La Plata, El Campeón del Mundo.
En menos de tres años los leoncitos de la tercera división crecieron, vencieron el riesgo del descenso, conquistaron el país y tocaron el cielo al consagrarse Campeones Intercontinentales frente al imbatible Manchester United. Se convirtieron en los inolvidables Leones con un fuerte rugido que se marcó en la historia del fútbol internacional.
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